Uso de cremas y apósitos

Dr. Oriol Vernetta Rubio

1. Introducción

El tratamiento de las quemaduras, tanto sistémico como tópico, ha experimentado una serie de cambios durante todo el siglo xx y principios del xxi que ha marcado las pautas de actuación de todas las unidades de quemados alrededor del mundo, obligando a los especialistas a conocer todos los avances que se han producido y a adaptarse a las tecnologías que han ido apareciendo.
Periódicamente, se han realizado reuniones de consenso(1) entre las distintas unidades especializadas en la atención del paciente quemado por tal de mantener una actualización de conocimientos y unos criterios de tratamiento uniformes a nivel global.



Durante el siglo pasado, los esfuerzos se centraron en establecer las pautas de reanimación hídrica y recuperación del shock por quemadura, consiguiéndose un aumento de la supervivencia en grandes quemados. Asimismo, se avanzó en el tratamiento tópico, reduciendo las tasas de infección gracias a las cremas y pomadas con poder antibacteriano.
En los últimos años, los esfuerzos se han centrado tanto en obtener nuevos tratamientos que modulen la respuesta inflamatoria a nivel sistémico,(2) como en desarrollar curas tópicas que ofrezcan ventajas frente a las cremas clásicas.
En este sentido, con la aparición de los nuevos apósitos, se ha avanzado en términos de confort de los pacientes, disminución del dolor en las curas y un manejo más adecuado de las infecciones.



2. Cuidados iniciales de las quemaduras

En el momento en el que se produce la quemadura térmica, ésta debe procurar enfriarse lo más rápidamente posible, cuidando de no disminuir la temperatura del paciente. Esto se conseguirá irrigando la zona afectada con agua, o bien, si se está en un ámbito sanitario, con compresas humedecidas con suero fisiológico. No hay consenso sobre cuánto tiempo se debe estar enfriando el área quemada (cinco, diez o quince minutos). En lo que sí hay acuerdo es en evitar el enfriamiento del paciente. Hoy en día, disponemos de los hidrogeles que cumplen tanto la función de enfriar la quemadura, sin enfriar al paciente, como la de dar una protección bactericida. Además, es una cura que ofrece un gran confort al afectado y está especialmente indicada en la primera asistencia y para el traslado del paciente a un centro sanitario.
En el caso de las quemaduras químicas, hemos de tener en cuenta su particularidad. El producto químico continúa actuando mientras está en contacto con la piel del paciente. A causa de esto, es muy importante la inmediata retirada del agente. Esto obligará a retirar las ropas y a proceder a una cuidadosa y abundante irrigación con agua en la misma escena del accidente. La irrigación será por un período de tiempo de entre veinte minutos y hasta dos horas, en función de la concentración y del agente implicado. El objetivo es conseguir neutralizar o eliminar el agente causal. El sitio donde se realice la irrigación debe tener un lugar de drenaje, evitando que el agua quede estancada, ya que en caso contrario dicha agua, que contiene producto químico, podría afectar otras zonas corporales del paciente. Exceptuando algún agente específico, se recomienda evitar la utilización de neutralizantes, ya que la reacción exotérmica que provocan genera calor y puede agravar la lesión local, además de retardar la hidroterapia.
En estos últimos años en Europa se ha venido utilizando, en lugares de trabajo donde se usan agentes químicos, la descontaminación de piel y ojos con Diphoterine®. Se trata de un polvo soluble en agua fabricado por el Laboratorio Prevor, Valmondois (Francia), que se dispensa en diferentes presentaciones disuelto en agua y estéril. Esta solución es hipertónica, anfotérica y se puede utilizar en cualquier área del cuerpo. La hipertonicidad previene la penetración del producto químico en los tejidos y hace posible crear un flujo reverso por el que se elimina el agente. Su carácter anfotérico le permite actuar sobre los agentes corrosivos e irritantes, que son el origen de las quemaduras químicas, tal como los ácidos, bases, agentes oxidantes y reductores.
Por tanto, tiene un doble efecto:

– las propiedades mecánicas del lavado con agua;
– el hecho adicional de ser neutralizante y quelante, con lo que al mismo tiempo acelera y optimiza el proceso de descontaminación.

Las flictenas que se formen deben desbridarse en ambiente estéril antes de realizar una cura oclusiva. Esto nos permitirá, por un lado, visualizar el lecho para poder diagnosticar la profundidad de la quemadura y, por otro lado, colocar la crema o apósito de la cura en contacto directo con la lesión.
En el caso de quemaduras muy extensas que requieran traslado a una unidad especializada, puede optarse por no desbridar las flictenas, cubrir las lesiones con hidrogeles y realizar el traslado lo más rápidamente posible para que puedan realizarse las curas en la misma unidad de quemados.
Por norma general, siempre realizaremos curas oclusivas, ya que una buena cobertura de las quemaduras nos producirá mayor protección, mejor gestión de las pérdidas hídricas y un efecto analgésico muy importante. Excepcionalmente, en quemaduras puntiformes o quemaduras faciales muy pequeñas, podremos realizar curas expositivas.
A la hora de elegir con qué producto realizaremos la cura hemos de tener en cuenta una serie de consideraciones:

  • valoración de los productos de que disponemos;
  • posibilidad de que nosotros sigamos controlando al paciente o si éste será derivado;
  • plan de curas (24 horas, tres días, etc.);
  • características del paciente (edad, situación social, entorno, etc.);
  • características de la quemadura (grado, localización, extensión).


Tras estas consideraciones, decidiremos qué producto se adapta mejor a las necesidades del paciente.
Otras medidas que deben tomarse son la vacunación antitetánica y la administración de analgésicos. No deben prescribirse antibióticos.
Tras la cura, los miembros afectos deberán mantenerse en reposo y elevados para evitar la formación de edemas, situación que dificulta la reepitelización de las quemaduras y que, incluso, puede provocar una profundización de las mismas.
A continuación pasamos a detallar las características de las cremas y apósitos que se están utilizando con más frecuencia en las unidades de quemados.

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